Cuando un niño deja de ser niño no se convierte directamente en un adulto, sino que pasa por un proceso durante el cual le consideramos un adolescente. Pero en el caso de una madre no es así, una mujer se transforma de un día para otro en madre, ¿o no es así realmente?
La mayoría de las mujeres pasan por una serie de procesos en esta transición a la maternidad. El vínculo con el bebé no siempre surge de manera instantánea tras el parto, sino que en muchas ocasiones requiere de un tiempo, hasta que se da ese enamoramiento. Es posible que al principio la recién estrenada mamá no se sienta pletórica, no sienta una felicidad absoluta, ni un deseo intenso de anteponer al bebé ante todo… y no por ello eres una mala madre. Sino que en muchas ocasiones, el proceso lleva un tiempo.
Matrescencia, es un término acuñado por la antropóloga Dana Raphael en 1973, que surge la unión de maternidad y adolescencia. Al igual que durante la adolescencia, durante la matrescencia, la mujer pasa por una seria de cambios corporales y hormonales que complican la adaptación a la nueva etapa vital. Además de los cambios físicos, la vida da de golpe un giro radical que obliga a la madre a dejar de lado partes de su vida que habían sido muy importantes hasta ese momento, como el trabajo, las relaciones sociales… e incluso necesidades básicas como comer, ducharse o ir al baño tranquilamente.
La biología ha dispuesto de una pequeña ayuda para garantizar el vínculo madre-hijo y, de esta manera, garantizar la continuidad de una especie cuyos bebés nacen tan indefensos. Esa ayuda se llama oxitocina, también conocida como la hormona del amor. Durante el embarazo el cuerpo se vuelve más receptivo a esta hormona y durante el parto se producirá en grandes cantidades. Pero la producción de esta hormona no termina tras el parto, podemos seguir ayudando a generarla aumento el contacto piel con piel entre la mamá y el bebé. Mantener a la mamá y al bebé juntitos y desnudos ayuda tanto a la mamá como al bebé, en la mamá se generará oxitocina gracias a los estímulos sensoriales como el tacto y el olfato y, como ya hemos dicho, la oxitocina es la responsable del vínculo mamá-bebé. Pero este contacto también es beneficioso para el bebé, el cual, entre otras cosas, le ayudará a regular su temperatura corporal y a disminuir el estrés y el llanto.